Una falda para Irene

Irene y José, fueron valientes y se casaron en el mes de abril. En Asturias. Eso quiere decir que compras todas las papeletas para que llueva. Y no llovió (casi).

Eso si que es empezar bien.

La boda se celebró en el Hotel de la Reconquista de Oviedo y en una iglesia donde me gusta muchísimo trabajar, en San Isidoro, muy cerca del Ayuntamiento de la ciudad. Es una iglesia amplia, con una salida cómoda y a pesar de lo que se dice siempre, está fenomenal de luz. No hay nada como iluminar en una iglesia, respetando su luz.

Pero vamos con el principio, ese momento estrella que es el de los preparativos.

El vestido merece un post aparte, porque es un verdadero vestido de novia, una joya.

Es una pena como, tan a menudo, se ha ido perdiendo esa esencia del vestido de novia, esa pieza casi de colección que siempre era antes (y en ocasiones es ahora), con materiales increíbles, cortes impresionantes o detalles que te dejaban sin respiración. Ahora tenemos opciones tan bárbaras (de barbarie), que hasta nos ofrece vestidos de novia el más pintado (ASOS, Mango, H&M…). Y no digo que sean feos, no. Son otra cosa. Que no os engañen, novias, NUNCA es lo mismo. Son servicios diferentes y por eso tienen precios diferentes, como ocurre con cualquier otro proveedor.  Vístete de novia. Deja todo lo demás para lo demás.

Que no nos quiten esa fascinación y elegancia de los vestidos de novia. Elegancia y fascinación, que todavía hoy, un puñado de diseñadores la mantienen y lo mejor, la fomentan. En esta boda había dos, Covadonga Plaza, que se encargó del vestido de la novia y Marcos Luengo, que diseñó el de la madre de Irene.

Irene, además de ser un bellezón, disfrutó con toda la boda muchísimo, fue una novia que daba gusto fotografiar, siempre con una sonrisa y muy feliz.

A Irene, la maquilló y peinó Silvia de Otero (c/Matemático Pedrayes, en Oviedo).

El vestido, como os decía, es de Covadonga Plaza, con una falda de organza de seda, digna de exponer y un bordado precioso en la cintura. La falda tenía un tono diferente al cuerpo, a juego con un velo antiguo espectacular, de la familia de la novia. Qué bonitas son estas cosas, llevar algo de tu familia el día de la boda y tener presente de alguna manera personas que ya no están.

El ramo es de El Invernadero, que se ocupó de la decoración de la boda. Os enseñarán todo en un post que van a publicar, os va a gustar mucho.

Cuando no resulta muy complicado, se hacen también algunas fotos de los preparativos del novio. Como José estaba en el mismo hotel, nos acercamos a su habitación.

El Hotel Reconquista es un lugar comodísimo para trabajar, en pleno centro de Oviedo. Al ser un edificio tan significativo, resulta casi obligatorio ir a verlo cuando visitas la ciudad. Por eso, para las bodas en las que hay invitados de fuera, resulta muy bien. El trato de Vanesa (la persona encargada de los eventos) con nosotras, no puede ser mejor,  lo pone todo fácil y apetece siempre trabajar allí.

La cena fue en el Patio de los gatos, que hace años se cubrió y es una opción estupenda. El Invernadero hizo un trabajo precioso.

El (casi) final de las bodas, con el baile, es un momento que me gusta mucho. Es una pena cuando el lugar es anodino o la iluminación no es muy adecuada. Por suerte, en el Hotel Reconquista, se hace siempre en la antigua capilla, un salón maravilloso, el sitio perfecto para estas fotos.

Muchas gracias a Irene y José y sus familias por dejarme publicar este post.